Todos somos personas de costumbres, si una madre da, de vez
en cuando, cierto alimento a sus hijos les puede llegar a formar le hábito de comerlos,
pese a que ese alimento haya sido rechazado al comienzo.
El problema surge cuando los adultos se dan por vencidos
ante el primer intento y le dan el gusto al hijo de excluir un alimento de su
dieta, sin saber que con ello pueden estar perdiendo una importante fuente de
nutrientes.
En la actualidad se apuesta por una nutrición familiar,
todos los miembros del hogar coman la misma dieta.
No les sirvas mucha comida en sus platos, porque esto los
asusta, más aun si es un alimento que no les gusta. Sirve porciones chicas pero
respeta la porción del pollo, carne o huevo que son proteínas importantes.
Fomenta la actividad física en tu hijo, esto despierta su
apetito.
Los niños juzgan la comida por su apariencia. Decora su
plato con tomates, forma figuras con los alimentos, dale arroz en moldecitos.
Algunos niños muestran rechazo a los alimentos porque, aunque
no presenten fiebre o diarreas, podrían tener una intolerancia o alergia
alimentaria que les causa indigestión o malestar. Lo mejor es hacerles un
chequeo para descartar que su inapetencia responda a un mal físico.
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